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Maestros, alumnos, bebes o qué…

RV95 – Hebreos 5:12 Debiendo ser ya maestros después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales, que tenéis necesidad de leche y no de alimento sólido.

Cuando estamos en los cultos habituales, no importa que iglesia o denominación, si es católico o protestante, renovado o tradicional u ortodoxo, nunca sintió que lo que está escuchando es historia muy repetida y hasta algo vacía, dependiendo esto de cuantas veces hayamos escuchado lo mismo y cuantas versiones conocemos de la misma historia.
Nunca le dio la sensación que lo estaban tratando como a un niño que no sabe nada de nada o que “ya que estaba por ahí” aprovecharon a contarle una nueva historia, que no tiene nada de nuevo y que hemos escuchado miles de veces.
Nunca se sintió como un bebé grandote que necesita un buen plato de comida, sopa o guisado o un bistec y no solo la leche.
Pablo le dice a los Corintios que todavía no están para comer alimento sólido.
Pero, ¿Cuánto hay que andar en el camino del Señor para que un cura, pastor o predicador nos dé algo de comida sólida?
Yo comprendo que, si se apunta a la gente nueva, que nunca tuvo ninguna noticia sobre el evangelio, se trate de dar un mensaje sencillo. De hecho, el Señor mismo enseñó a algunos de una manera y a otros de otra. A la multitud le habló por parábolas y a sus discípulos les dio “comida sólida”
Pero la pregunta vuelve a mi mente, ¿Cuándo nos toca a los que tenemos algo más de conocimiento de la palabra? ­ ¿O es que los predicadores solo tienen un mensaje para los más nuevos? ¿O hay tal falta de discernimiento que no hay pastores o maestros que puedan enseñar algo un poco más profundo?
Oímos hablar de avivamiento; las iglesias esperan un avivamiento; los hermanos y hermanas esperan poder llorar más tiempo delante del Señor; algunos pastores esperan poder juntar una ofrenda especial generando reuniones que no tienen idea para que las convocan; en muchas iglesias creo que hasta el Señor mira de la calle y no lo dejan entrar.
La verdad, yo no la conozco, creo que solo Dios sabe por qué permite este tipo de cosas en la que debe ser Su Iglesia.
Pero hay un punto que si entiendo en todo esto: Dios nos dio libre albedrío, nos mostró su Reino, nos dio a su Hijo para que, por gracia, fuéramos salvos y nos dejó su palabra para que la leyéramos, escudriñáramos y pusiéramos en práctica. Pero El es tan respetuoso de nuestros deseos, nuestro libre albedrío, que no va a intervenir en esos lugares donde se dice adorar a Cristo pero que en realidad son fuentes de negocio, (no le recuerda a los mercaderes que echó Jesús del templo).
Yo creo que la salvación que Jesús nos dejó por gracia para quienes lo reconozcan como Señor y Salvador siguen vigentes estemos donde estemos, pero no podemos ser bebes gordos alimentados solo a leche. Creo que debemos reclamar a nuestros pastores un mayor crecimiento en la palabra, y fíjese que no hablo de “saber más de la palabra” sino de “crecer en la palabra” ya que el entendimiento y la sabiduría que vienen de Dios no se comparan con nada de lo que cualquiera de nosotros puede hablar o contar, el crecimiento lo da Dios mismo, nosotros solo debemos compartirlo, tal como hacían los hermanos de la Iglesia Primitiva, la que se formó después de Pentecostés.

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