La Oración que Jesús enseñó a sus discípulos (El Padre Nuestro). Una Guía y un Diálogo Íntimo es más que una simple plegaria
Cuando hablamos de la “oración de Jesús”, nos referimos tanto al modelo perfecto de oración que Él legó a la humanidad como a su diálogo personal y constante con Dios Padre.
Para los cristianos, Jesús no solo es el Salvador, sino también el maestro de oración por excelencia. Sus enseñanzas y su ejemplo responden a la pregunta fundamental: ¿Cómo debemos orar?

Las Dos Dimensiones de la Oración de Jesús
A. La Oración que Jesús Enseñó: El Padre Nuestro
Esta es, sin duda, la oración más conocida del cristianismo. Según los evangelios (Mateo 6:9-13 y Lucas 11:2-4), los discípulos le pidieron a Jesús: “Señor, enséñanos a orar”. Su respuesta fue el Padrenuestro, considerada la oración modelo porque:
- Establece una relación familiar: Comienza con la palabra “Padre” (o “Abba”, que es un término más íntimo, como “papá”), estableciendo una conexión cercana y confiada con Dios.
- Presenta un orden de prioridades:
La Gloria de Dios: “Santificado sea tu nombre”. Se pone a Dios en primer lugar.
El Reinado de Dios: “Venga a nosotros tu reino”. Se desea que su voluntad se haga en la tierra.
Las Necesidades Humanas: “El pan nuestro de cada día dánoslo hoy”. Una petición por lo material y lo espiritual.
El Perdón y la Fortaleza: “Perdona nuestras ofensas… y no nos dejes caer en la tentación”. Reconoce la necesidad de misericordia y fuerza divina.
El Padre Nuestro es, por lo tanto, un compendio perfecto de lo que debe ser una oración: alabanza, sumisión a la voluntad de Dios, petición de necesidades y súplica por la lucha espiritual.
B. Las Oraciones Personales de Jesús en los Evangelios
Jesús no solo enseñó a orar, sino que Él mismo oraba con frecuencia. Los evangelios registran sus oraciones en momentos cruciales, que revelan su profunda intimidad con el Padre:
- En el Bautismo y la Transfiguración (Lucas 3:21, 9:28-29): Jesús ora en momentos de revelación divina, donde el Padre proclama su identidad: “Tú eres mi Hijo amado”.
- Antes de Escoger a los Apóstoles (Lucas 6:12): Pasa toda la noche en oración antes de tomar una decisión fundamental, mostrando que buscaba la guía del Padre en su misión.
- La Oración del Huerto de Getsemaní (Mateo 26:36-46): Esta es quizás la oración más conmovedora. Ante la inminencia de su pasión, Jesús ruega: “Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú quieras”. Aquí se muestra su humanidad (el miedo y la angustia) y su perfecta obediencia y entrega a la voluntad del Padre.
- En la Cruz: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34): Una oración de intercesión y misericordia infinita por sus verdugos.
- “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Marcos 15:34): Una expresión de abandono humano extremo, citando el Salmo 22, que a la vez es un grito de fe.
- “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lucas 23:46): Sus últimas palabras son una oración de confianza total, entregando su vida al Padre.
En conclusión, la “oración de Jesús” no se reduce a una sola fórmula. Es un concepto dual que engloba un modelo para nosotros: El Padre Nuestro, que nos enseña las actitudes correctas ante Dios, y un ejemplo de vida: Su práctica constante de la oración, que muestra una relación filial, de obediencia, confianza y diálogo íntimo con el Padre.
Por tanto, la oración de Jesús no era un mero ritual, sino la expresión de su identidad y misión. Para los creyentes, entender sus oraciones es aprender a dirigirse a Dios con la misma confianza de un hijo que habla con su padre.
Ahora bien: ¿En qué idioma oraba Jesús? (Recuperando el Arameo de las Plegarias Originales)
Cuando leemos los evangelios, leemos una traducción de una traducción. Jesús y sus discípulos hablaban cotidianamente arameo, una lengua semítica. Los evangelios, sin embargo, nos llegaron escritos en griego. Esto significa que las oraciones de Jesús que conocemos son traducciones griegas de lo que Él pronunció originalmente en arameo. Recuperar las palabras originales nos acerca de una manera poderosa y conmovedora a la voz humana e histórica de Jesús.
Aunque los textos están en griego, los evangelistas conservaron algunas palabras clave en arameo, como “eco” de la voz original de Jesús. Esto nos permite vislumbrar cómo sonaban realmente sus oraciones.
El “Padre Nuestro” en Arameo
El “Padre Nuestro” que Jesús enseñó (en griego, “Pater hēmōn”) comenzaría con la palabra “Abba” (אבא), que significa “Padre”, pero en un sentido íntimo y familiar, similar a “papá” o “papi”. Esta era una forma revolucionaria de dirigirse a Dios, que enfatizaba una relación de confianza y cercanía.
Una de la primera línea del Padre Nuestro en arameo sería:
Arameo (transliterado): “Abwun d’bwashmaya” (o variantes como “Avinu shebashamayim”).
Traducción literal: “Padre nuestro que (estás) en los cielos”.
El resto de la oración seguiría esta cadencia en arameo galileo, muy diferente de la versión litúrgica griega y latina que conocemos.
El momento más dramático es la oración de Jesús en la cruz. El evangelio de Marcos (15:34) preserva el grito en la lengua original: Arameo (transliterado): “Eloi, Eloi, lema sabactani?”
Traducción: ¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?
Esta es una cita casi directa del Salmo 22, pero Marcos la registra en el arameo que Jesús gritó, no en el hebreo original del salmo. Esta elección del evangelista busca transmitir el impacto raw y emocional de ese momento para los que lo presenciaron, que entendieron el arameo. La confusión de algunos oyentes, que pensaron que llamaba al profeta Elías (“Eleías”), solo tiene sentido si Jesús gritó en arameo (“Eloi”).
En Getsemaní (Marcos 14:36): Jesús se dirige a Dios como “Abba”. El texto griego incluye esta palabra aramea para luego traducirla, subrayando su importancia: “Y decía: ‘Abba, Padre; todas las cosas son posibles para ti…'”.
Palabras de Sanación: En varios milagros, Jesús pronuncia palabras arameas que los evangelios conservan, como “Talitha kum” (Niña, levántate) en Marcos 5:41, o “Effetá” (Ábrete) en Marcos 7:34. Esto sugiere que sus oraciones privadas durante las curaciones seguirían el mismo patrón.
Entender que Jesús oraba en arameo no es un detalle lingüístico menor. Cambia profundamente la tonalidad de sus plegarias:
De lo Formal a lo Íntimo: El uso de “Abba” transforma la imagen de un Dios distante en la de un Padre cercano.
Mayor Impacto Emocional: Oraciones como el grito en la cruz pierden capas de traducción y ganan una crudeza y una humanidad abrumadoras en su lengua original.
Una Conexión Histórica: Buscar el arameo detrás del texto griego es un intento de escuchar la voz auténtica de Jesús de Nazaret, un hombre del siglo I que hablaba, reía y oraba en una lengua concreta.
Por lo tanto, la “oración de Jesús” es una realidad de dos niveles: una tradición teológica en griego que ha formado la fe de millones, y una experiencia histórica en arameo que nos conecta con la profunda humanidad y la intimidad única con Dios que caracterizaron su vida.
No tenemos los textos completos en arameo porque los evangelios se escribieron en griego para un público más amplio. Sin embargo, las “pistas” que dejaron los evangelistas (como Abba, Eloi, lema sabactani) son invaluables. Son como un registro fosilizado de la voz misma de Jesús, confirmando que el arameo fue el vehículo de sus oraciones más íntimas y dramáticas.
Pero si las Palabras Originales de Jesús estabn en Arameo veamos: Una Inmersión en el Arameo de sus Oraciones
El Eco de una Voz Perdida
Las oraciones de Jesús nos llegaron filtradas por el griego, la lengua franca de su época. Pero bajo ese texto subyace el arameo galileo, su lengua materna. Reconstruir estas plegarias no es un simple ejercicio académico; es un intento de escuchar el eco de su voz original, con toda la carga cultural, emocional y espiritual que una lengua lleva consigo.
El “Padre Nuestro” (Pater Noster) vs. El “Abwun” (Oración Aramea)
La versión que rezamos en español proviene del griego. Sin embargo, estudiosos de la lengua aramea, como el experto Neil Douglas-Klotz, han retro-traducido la oración desde el griego al arameo del siglo I, dando como resultado una plegaria con matices mucho más ricos y poéticos. No es una única versión, sino una reconstrucción basada en cómo funcionaba el arameo.
Veamos una reconstrucción comparativa de la primera línea:
Aspecto Versión Griega/Litúrgica (Español) Invocación Padre nuestro que estás en el cielo
Reconstrucción en Arameo Galileo (Transliteración) Abwun d’bwashmaya (ܐܒܘܢ ܕܒܫܡܝܐ)
Significado y Matices Profundos Abwun (Padre-Nuestro) es una palabra que une el origen (“Padre”) con la unidad de la creación (“Nuestro”). D’bwashmaya (“que en los cielos”) no indica un lugar lejano, sino una dimensión de potencialidad y luz. La frase evoca a un “Padre-Madre de la Luz Cósmica”.
Análisis de otras peticiones clave:
El “Pan de Cada Día”:
Griego/Espanol: “El pan nuestro de cada día dánoslo hoy”.
Arameo (reconstruido): “Lajma d’sunqanan yomana hab lan” (ܐܒܘܢ ܕܒܫܡܝܐ).
Matiz: La palabra “lajma” (pan) puede simbolizar no solo alimento físico, sino también comprensión, sustento esencial. “Hab lan” (danos) tiene una raíz que significa “dar de manera que sostenga la vida”. Es una petición por lo necesario para existir plenamente hoy.
El “Perdón”:
Griego/Español: “Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.
Arameo (reconstruido): “Washboq lan khowahên (aykana) d’ap anahn shbaqna l’khayyabên” (ܘܫܒܘܩ ܠܢ ܚܘܒܝܢ ܐܝܟܢܐ ܕܐܦ ܐܢܚܢܢ ܫܒܩܢ ܠܚܝܒܝܢ).
Matiz: La palabra “washboq” (perdona) está relacionada con “dejar ir”, “soltar”. “Khowahên” (nuestras deudas/ofensas) implica lo que nos ata, nuestras “deudas” kármicas o emocionales. La oración pide “soltar las ataduras que nos tienen presos, así como nosotros soltamos la atadura que los demás tienen sobre nosotros”.
El Grito de Abandono: “Eloi, Eloi, lema sabactani?”
Esta es la oración que tenemos con mayor seguridad en su forma original, ya que Marcos la transcribe directamente.
Arameo (transliterado): ܐܲܠܵܗܝ ܐܲܠܵܗܝ ܠܡܵܢܵܐ ܫܒܲܩ̣ܬܵܢܝ? (Eloi, Eloi, lema sabactani?)
Hebreo del Salmo 22: אֵלִי אֵלִי לָמָה עֲזַבְתָּנִי (Eli, Eli, lamah azavtani?)
Análisis: La diferencia principal está en el verbo “abandonar”.
Hebreo: “azavtani” (abandonar, dejar).
Arameo: “sabactani” (de la raíz shbq – que, como vimos, significa “dejar ir”, “entregar”, “abandonar”).
Significado Profundo: Mientras “azavtani” puede sonar a un abandono definitivo, “sabactani” conserva ese matiz de “soltar”. En el contexto de la crucifixión, puede interpretarse no solo como “¿Por qué me has abandonado?”, sino también con un matiz de “¿Por qué me has entregado/soltado a esta situación?”. Es un grito de desolación, pero con un trasfondo de confianza en que es el Padre quien tiene el control último, incluso en la aparente ausencia.
La Diferencia entre el Griego y el Arameo
Griego Koiné: Es una lengua analítica y conceptual. Es excelente para definir doctrinas y conceptos teológicos abstractos de manera precisa. El “Padre Nuestro” en griego es una oración teológicamente perfecta.
Arameo: Es una lengua experiencial y multisensorial. Sus palabras suelen tener raíces que evocan acciones, sensaciones corporales y realidades cósmicas simultáneamente. Orar en arameo (o entender sus matices) es una experiencia más holística, que involucra la mente, el cuerpo y el espíritu de una manera diferente.
Entonces, ¿cuál era la “verdadera” oración de Jesús? Ambas lo son. La versión griega nos dio la estructura teológica que definió el cristianismo. Pero asomarnos al arameo nos permite escuchar la voz del Jesús histórico, un maestro galileo cuyas plegarias estaban impregnadas de la riqueza poética y la profundidad mística de su lengua natal, invitándonos a una relación con lo Divino que es, ante todo, íntima, confiada y transformadora.