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Honra al señor con tu oración

La Iglesia debe orar honrando al Señor Jesucristo y a nuestro Padre Dios.
Buena parte de las denominaciones cristianas tiene por costumbre hablar de la oración, enseñar sobre la oración, etc., y la mayoría de ellas repite continuamente una o varias oraciones que alguien enseñó.
Así encontramos quienes creen que la mejor oración es el Padre Nuestro y lo repiten cientos de veces. De la misma forma ocurre con otras oraciones.

Pero la verdad es que, si orar significa hablar, al orar a Dios estamos hablándole y la mejor manera en que podemos hacernos entender es diciendo lo que sentimos y no un versito aprendido.
Por otro lado no podemos orar pidiendo como chicos que reclaman aun caramelo de su padre. Muchas veces parecemos chiquitos caprichosos pidiendo a gritos o con frases llenas de emoción y llantos.
Dios no es sordo, no necesitamos gritar.
Dios nos ama y escucha atentamente nuestras oraciones, no necesitamos llorar para que vea nuestra emoción.
Pero también Él quiere que oremos con la autoridad que tenemos como Cuerpo de Cristo.
Consideremos algunos temas relacionados con nuestras oraciones.
En Juan 15.14-16 leemos:

RVR 90 14 Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. 15 Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer. 16 No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.
NVI 14 Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. 15 Ya no los llamo siervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su amo; los he llamado amigos, porque todo lo que a mi Padre le oí decir se lo he dado a conocer a ustedes. 16 No me escogieron ustedes a mí, sino que yo los escogí a ustedes y los comisioné para que vayan y den fruto, un fruto que perdure. Así el Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre.

Cristo nos hace sus amigos y como tales ya no estamos en condición de servidumbre sin saber lo que hacemos o por que lo hacemos, si no que estamos conociendo los planes de Nuestro Señor, “alineando nuestras vidas a su voluntad para que nuestro servicio ahora sea perfecto”

Se trata ahora de caminar todo el día con un amigo que está siempre ahí, listo para aconsejarnos, para ayudarnos en las cosas que nos resulten difíciles, para confortarnos cuando estamos en cualquier situación que no podemos manejar, para guardarnos de hacer lo que no es propio para nuestra vida y la de los que nos rodean y por supuesto la del resto de la Iglesia.
La charla con Él ya no va a poder ser la oración a la que estamos acostumbrados, no tenemos que entrar en su presencia, tenemos que vivir en su presencia.
Y con Él vamos a hablar también con el Padre, que además es nuestro Padre disfrutando de su presencia y de su majestad.
El Plan de Dios es establecer el Reino y ese es el trabajo de la Iglesia… nuestro trabajo y para eso debemos vivir en su presencia. Mateo 6.9-13
Durante muchos años se nos enseñó a orar repitiendo esta oración. Luego se nos mostró y se nos muestra esta oración como guía para nuestras oraciones diarias y esta bien que la tomemos como forma, pero no como fórmula.

RVR 90 9 Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. 10 Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. 11 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. 12 Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. 13 Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.
NVI 9 “Ustedes deben orar así:” Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, 10 venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. 11 Danos hoy nuestro pan cotidiano. 12 Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores. 13 Y no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del maligno.

En su formato, el Padre Nuestro, reúne todo lo que deberíamos decirle al Padre en oración, pero esta “oración” va mucho más allá: esta debe ser nuestra “forma de vida”.
Veamos como es esto:
Vss. 9, 10 – Alabamos y bendecimos el nombre del Padre a quien reconocemos como “nuestro Padre” y proclamamos que su voluntad es hecha para implantar el Reino… Eso lo tenemos que hacer nosotros, por tanto es parte de nuestra vida. Dios ya vino en la persona de Jesús a hacer el trabajo que nosotros no podíamos hacer, darnos la salvación. Ahora somos nosotros, “Su Iglesia” quienes debemos hacer el trabajo. Por lo tanto, estos dos primeros versículos, mas que decirlos, debemos llevarlos a cabo todos los días.
Vs. 11 – Confiamos plenamente en la provisión de Dios por lo que si creemos lo que decimos no tenemos opción, debemos vivir lo que decimos.
Vs. 12 – Pedimos perdón a Dios por nuestras deudas, pero por la forma de la oración nos estamos condicionando ya que reconocemos que nosotros perdonamos a nuestros deudores, o sea a quienes nos ofendan o maltraten. Se desprende que debemos vivir esto antes de siquiera animarnos a decirlo, porque estaríamos trayendo juicio sobre nosotros si no lo hacemos.
Vs. 13 – Pedimos no caer en tentación o ser tentados por el maligno cuando nosotros tenemos toda autoridad sobre él. Sería mejor decir gracias por la tentación porque puedo demostrar que vivo bajo autoridad de Dios en la persona de Cristo.
Pero veamos un poco más allá: Juan 11.38-44

RVR 90 38 Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima. 39 Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. 40 Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? 41 Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. 42 Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado. 43 Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! 44 Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.
NVI 38 Conmovido una vez más, Jesús se acercó al sepulcro. Era una cueva cuya entrada estaba tapada con una piedra. 39–Quiten la piedra –ordenó Jesús. –Señor –objetó Marta, la hermana del muerto–, que ya debe oler mal, pues lleva cuatro días allí. 40 –¿No te dije que si crees verás la gloria de Dios? –le contestó Jesús. 41 Entonces quitaron la piedra. Jesús, alzando la vista, dijo: –Padre, te doy gracias porque me has escuchado. 42 Ya sabía yo que siempre me escuchas, pero lo dije por la gente que está aquí presente, para que crean que tú me enviaste. 43 Dicho esto, gritó con todas sus fuerzas: –¡Lázaro, sal fuera! 44 El muerto salió, con vendas en las manos y en los pies, y el rostro cubierto con un sudario. –Quítenle las vendas y dejen que se vaya –les dijo Jesús.

El pasaje es muy conocido, Jesús puede hasta parecer disgustado por la incredulidad de los que lo rodeaban y de hecho hace una oración al Padre “para que crean que Él lo envió”
Es notable este punto, y nos sugiere que la comunión de Jesús con el Padre era algo mas fluida que elevar sus ojos al cielo y pedir lo que fuera… Claro, era Jesús…
Marcos 5.1-13 Aquí encontramos otra historia conocida.

RVR90 1 Vinieron al otro lado del mar, a la región de los gadarenos. 2 Y cuando salió él de la barca, en seguida vino a su encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo, 3 que tenía su morada en los sepulcros, y nadie podía atarle, ni aun con cadenas. 4 Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y desmenuzados los grillos; y nadie le podía dominar. 5 Y siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con piedras. 6 Cuando vio, pues, a Jesús de lejos, corrió, y se arrodilló ante él. 7 Y clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes. 8 Porque le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo. 9 Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo; porque somos muchos. 10 Y le rogaba mucho que no los enviase fuera de aquella región. 11 Estaba allí cerca del monte un gran hato de cerdos paciendo. 12 Y le rogaron todos los demonios, diciendo: Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos. 13 Y luego Jesús les dio permiso. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los cerdos, los cuales eran como dos mil; y el hato se precipitó en el mar por un despeñadero, y en el mar se ahogaron.
NVI 1 Cruzaron el lago hasta llegar a la región de los gerasenos. 2 Tan pronto como desembarcó Jesús, un hombre poseído por un espíritu maligno le salió al encuentro de entre los sepulcros. 3 Este hombre vivía en los sepulcros, y ya nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas. 4 Muchas veces lo habían atado con cadenas y grilletes, pero él los destrozaba, y nadie tenía fuerza para dominarlo. 5 Noche y día andaba por los sepulcros y por las colinas, gritando y golpeándose con piedras. 6 Cuando vio a Jesús desde lejos, corrió y se postró delante de él. 7 –¿Por qué te entrometes, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? –gritó con fuerza–. ¡Te ruego por Dios que no me atormentes! 8 Es que Jesús le había dicho: “¡Sal de este hombre, espíritu maligno!” 9 –¿Cómo te llamas? –le preguntó Jesús. –Me llamo Legión –respondió–, porque somos muchos. 10 Y con insistencia le suplicaba a Jesús que no los expulsara de aquella región. 11 Como en una colina estaba paciendo una manada de muchos cerdos, los demonios le rogaron a Jesús: 12 –Mándanos a los cerdos; déjanos entrar en ellos. 13 Así que él les dio permiso. Cuando los espíritus malignos salieron del hombre, entraron en los cerdos, que eran unos dos mil, y la manada se precipitó al lago por el despeñadero y allí se ahogó.

Jesús no tuvo más que “decirles” que salgan de ese hombre a los demonios que habitaban al pobre gadareno y estos, que no querían irse de la región le “pidieron permiso” para ir a la manada de cerdos que terminó ahogada en el mar. Los demonios reconocían la autoridad de Jesús y no cuestionaron nada, sabían que debían irse.
Juan 14.12 Aquí Jesús nos dice:

RVR90 12 De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre
NVI 12 Ciertamente les aseguro que el que cree en mí las obras que yo hago también él las hará, y aun las hará mayores, porque yo vuelvo al Padre.

La iglesia recibió esa autoridad cuando recibió el bautismo en el Espíritu Santo y está “técnicamente” preparada para poner en funcionamiento los dones necesarios para establecer el Reino. No necesitamos decirle al Diablo que estamos acá… él lo sabe y va a depender de nosotros que hagamos valer la autoridad que Cristo delegó a su Iglesia o no.
Mateo 16.19

RVR90 19 Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.
NVI 19 Te daré las llaves del reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.

Veamos ahora: Podemos ver en Pablo esa misma autoridad cuando la joven que tenia espíritu de adivinación los perseguía
Hechos 16-18

RVR90 16 Aconteció que mientras íbamos a la oración, nos salió al encuentro una muchacha que tenía espíritu de adivinación, la cual daba gran ganancia a sus amos, adivinando. 17 Esta, siguiendo a Pablo y a nosotros, daba voces, diciendo: Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de salvación. 18 Y esto lo hacía por muchos días; mas desagradando a Pablo, éste se volvió y dijo al espíritu: Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y salió en aquella misma hora.
NVI 16 Una vez, cuando íbamos al lugar de oración, nos salió al encuentro una joven esclava que tenía un espíritu de adivinación. Con sus poderes ganaba mucho dinero para sus amos. 17 Nos seguía a Pablo y a nosotros, gritando: –Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, y les anuncian a ustedes el camino de salvación. 18 Así continuó durante muchos días. Por fin Pablo se molestó tanto que se volvió y reprendió al espíritu: –¡En el nombre de Jesucristo, te ordeno que salgas de ella! Y en aquel mismo momento el espíritu la dejó.

No dice que Pablo haya hecho una gran oración con muchas palabras bonitas o haciendo guerra al espíritu que estaba en esa joven, más bien solo le ordenó con la autoridad que viene de Cristo y el espíritu se fue. El comentario diría, “Je…, pero ese era Pablo, el Apóstol…” Los mismos dones y la misma autoridad están disponibles para la Iglesia de Jesucristo hoy.
Hechos 19.13-16 Aquí encontramos una historia que nos muestra cómo debemos estar para que la autoridad de la Iglesia pueda manifestarse.

RVR90 13Pero algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo. 14 había siete hijos de un tal Esceva, judío, jefe de los sacerdotes, que hacían esto. 15 pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois? 16 y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos.
NVI 13 Algunos judíos que andaban expulsando espíritus malignos intentaron invocar sobre los endemoniados el nombre del Señor Jesús. Decían: “¡En el nombre de Jesús, a quien Pablo predica, les ordeno que salgan!” 14 Esto lo hacían siete hijos de un tal Esceva, que era uno de los jefes de los sacerdotes judíos. 15 Un día el espíritu maligno les replicó: “Conozco a Jesús, y sé quién es Pablo, pero ustedes ¿quiénes son?” 16 Y abalanzándose sobre ellos, el hombre que tenía el espíritu maligno los dominó a todos. Los maltrató con tanta violencia que huyeron de la casa desnudos y heridos.

Notamos en el pasaje que esos judíos no tenían el poder de la Iglesia, esto es, ni siquiera eran salvos. Pero notamos que los demonios si conocían a Jesús y a Pablo. Ellos podían hablar de Jesús pero no lo representaban, su vida no era reflejo de la gloria de Dios como debería ser la Iglesia hoy, ni estaban capacitados para presentar el Reino de Dios.
Por lo que podemos ver, las condiciones para que nuestra oración sea aceptada por Dios son bastante más complejas que solo repetir lo que me enseñaron o tratar de endulzar el oído de Dios.
Debemos ser salvos.
Debemos estar comprometidos con Jesús.
Debemos alinearnos con el proyecto de Dios de implantar el Reino de los Cielos en la tierra.
Recién entonces podremos disponer de la autoridad que Cristo delegó en su Iglesia.
Hechos 1.8

RVR90 8 pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra
NVI 8 Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.

De hecho, desde el momento que recibimos a Cristo en nuestro corazón podemos ser testigos. Pero el poder de Dios debe fluir desde su Espíritu Santo morando en nosotros.
Aun cuando no estemos todavía alineados con la voluntad de Dios, pero si llenos de su Espíritu, Él nos puede usar para Su gloria. Pero si realmente queremos ser herramientas útiles, vamos a tener que entregar un poco mas para que “ya no sea yo sino Cristo en y a través de mi” Por eso debemos honrar a Dios con nuestras oraciones, no perdiéndonos en palabrerías ni emociones carnales, si no decretando con poder y agradecimiento a Dios por todo lo que nos da, nos dio y nos dará y fluyendo en su autoridad y esto no es tratando de imponer nada a nadie, si no plantándonos con la autoridad y la sabiduría que solo Cristo nos puede dar.

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