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Diezmo u ofrenda… ¿Qué es lo que corresponde?

NVI – 1 Corintios 16: La colecta para el pueblo de Dios 1 En cuanto a la colecta para los *creyentes, sigan las instrucciones que di a las iglesias de Galacia. 2 El primer día de la semana, cada uno de ustedes aparte y guarde algún dinero conforme a sus ingresos, para que no se tengan que hacer colectas cuando yo vaya. 3 Luego, cuando llegue, daré cartas de presentación a los que ustedes hayan aprobado y los enviaré a Jerusalén con los donativos que hayan recogido. 4 Si conviene que yo también vaya, iremos juntos.

NVI – Malaquías 3: 10 Traigan íntegro el diezmo para los fondos del templo, y así habrá alimento en mi casa. Pruébenme en esto —dice el Señor Todopoderoso—, y vean si no abro las compuertas del cielo y derramo sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde. 11 Exterminaré a la langosta, para que no arruine sus cultivos y las vides en los campos no pierdan su fruto —dice el Señor Todopoderoso—. 12 entonces todas las naciones los llamarán a ustedes *dichosos, porque ustedes tendrán una nación encantadora —dice el Señor Todopoderoso—.

Diezmo y ofrenda: ¿Ley o gracia?

Aparentemente, el diezmo y la ofrenda abordan el mismo tema, pero hay una diferencia clave. Malaquías presenta el diezmo como una obligación legal para Israel, mientras que Pablo (en 1 Corintios 16) insta a los creyentes a separar con anticipación sus ofrendas para sostener a quienes enseñan la Palabra.

¿Son lo mismo diezmar y ofrendar?
Cualquier maestro bíblico podría explicar la diferencia, e incluso detallar los más de cinco tipos de ofrendas que practicaba Israel (y algunos aún practican). Pero hoy no nos enfocaremos en eso. La pregunta central es: ¿Corresponde diezmar, ofrendar, ambas o ninguna?

Jesús, la Ley y el diezmo

Jesús fue presentado en el templo con una ofrenda de palominos (aves), la opción más económica (Lucas 2:24). Esto sugiere que José y María eran de condición humilde. Curiosamente, en el Nuevo Testamento, Jesús observa a los judíos diezmando (Lucas 11:42), pero nunca se menciona que Él mismo diezmara.

Para Israel, el diezmo era incluso más prioritario que el impuesto al César; sin embargo, Jesús pagó el tributo (Mateo 17:27) pero no hay registro de que diezmara. ¿Por qué?

La clave: Jesús cumplió la Ley

La respuesta es sencilla, aunque muchos la pasan por alto: Jesús vino a cumplir la Ley (Mateo 5:17). Una vez cumplida, los ritos pierden su autoridad obligatoria. Él enseñó que lo esencial no es seguir normas, sino vivir para el Reino de Dios.

Israel diezmaba por tradición religiosa, pero con el tiempo, la práctica se corrompió: algunos la modificaron por conveniencia, otros por influencias externas. Aun así, los judíos atribuían su prosperidad económica a esta práctica, basándose en Malaquías 3:10.

¿Diezmo = prosperidad automática?

Surgen entonces preguntas incómodas:

  • ¿Por qué judíos y no creyentes que diezman reciben bendiciones económicas?
  • ¿Por qué algunos cristianos fieles en sus diezmos no prosperan?

La explicación:

  1. Para Israel (bajo la Ley), aplica Malaquías.
  2. Los no creyentes, al desconocer a Cristo, están “bajo principios universales de siembra y cosecha” (aunque no sean salvos por ello).
  3. Los cristianos, en cambio, viven bajo la gracia. Dios nos bendice por fe, no por rituales (Efesios 2:8-9).

El conflicto histórico: ¿Por qué el sacerdocio judío perseguía a los cristianos?

Los primeros cristianos no guardaban el sábado, ni diezmaban, ni apoyaban el sistema del templo. Esto enfurecía a los líderes religiosos, cuya economía dependía de estas prácticas. Incluso Jesús desafió el sistema al expulsar a los cambistas, quienes lucraban con los sacrificios (Mateo 21:12-13).

El diezmo en la iglesia moderna: ¿Necesidad o legalismo?

Hoy, muchas iglesias enseñan el diezmo basándose en Malaquías, aunque Pablo nunca lo impuso. En cambio, él exhorta:

  • Dar según lo prosperado (1 Corintios 16:2).
  • Ofrendar con alegría, no por obligación (2 Corintios 9:7).

La libertad en Cristo no es excusa para la avaricia, sino para la generosidad radical.

Conclusión: Todo es de Dios

¿Cuánto debemos dar? No es una cuestión de porcentajes, sino de entrega. Si vivimos comprometidos con Dios, no damos el 10%, sino el 100%: nuestro tiempo, recursos y vida. Como el hijo pródigo, descubrimos que todo lo que el Padre tiene es nuestro (Lucas 15:31).

Oración final:
“Señor, ayúdanos a vivir en tu gracia, libres de ataduras religiosas, pero generosos en amor. Que entendamos que todo es tuyo y que, como herederos, caminamos en tu abundancia. Amén.”

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